Simplemente, tú.
Quisiera congelarte el pensamiento para si un día me ausento me recuperes en versos, fundida en trozos de hielo. Quisiera ser tierra y cielo para crearte un universo todo colmado e inmenso, donde tu cuerpo sea el cetro.
Quisiera nadar mar adentro y tripular un velero en el que navegue directo hasta el puerto donde atracan tus deseos. Ser la luz que viaja a pueblos y el aire de dos pulmones plenos, que rocían de amanecer tus dulces sueños. Quisiera ser un lucero, e iluminar con destellos tus adentros marineros.
Quisiera comerte a besos y cenarte en un almuerzo en paralelo, frente a frente, pecho y senos, Monte de Venus y nervios. Respirarte, olerte, hablarte y darte más, nunca menos. Humedecer tu geografía y resbalar por tu cuello enterneciéndolo. Quisiera dar un concierto donde te clame a capela en el silencio que te quiero.
Quisiera quitarle el velo al laberinto de tus pensamientos y ornándote con collares nuevos. Con Lotus, cartas y premios, sin rencillas y sin celos; y quisiera aspirar el gel de tus cabellos mientras te despeino.
Tú me gustas total, entera y toda, no por el fuego de tu pelo húmedo, ni por tus senos de canela tibia, ni el pecado del ritmo de tu cadera.
Tú me gustas total, entera y toda
No por tu boca tan intacta al beso, ni por las llamaradas de tu carne que se te está calcinando entre las venas.
Tú me gustas total, entera y toda, no porque piense beber de ti tu aliento, ni rumiar los pedazos de amor que tú me tiras.
Tú me gustas total, entera y toda, por ese olor que tú tienes; olor de Diosa ¡Mujer! sólo tuyo, porque nadie más huele así en la tierra.
Tú me gustas total entera y toda, porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí