La Calle: Eterna Esperanza De Una Patria Torturada
En Venezuela estamos en presencia de una crisis, la cual, con todas sus amenazas, representa una oportunidad para quienes creemos que son los movimientos sociales autónomos y beligerantes, y no los gobiernos, los que promueven cambios estructurales y amplían las cuotas de libertad y justicia social entre las personas.
Desde la muerte de Hugo Chávez, los principales actores polarizados han entrado en un marasmo mezclado con desconcierto. Y no podría ser de otra manera, desaparecido el referente por el que orbitaron desde 1998, a favor y en contra. Con cada vez menos éxito intentan repetir la estrategia que les funcionó durante década y media para eclipsar cualquier otra identidad política fuera del chavismo: Control de medios de comunicación, electoralización/partidización de las agendas de movilización populares, remedos de participación para avalar decisiones cupulares e imposición de falsos debates y demandas fabricadas en salas situacionales.
La degradación general de las condiciones de vida está cambiando los énfasis y preocupaciones de los de abajo, alejándolos paulatinamente de las prioridades decididas por los jerarcas de los cuarteles electorales. Los partidos comienzan a experimentar la pérdida de legitimidad por la que atraviesan las estructuras políticas en todo el mundo. La misma indignación que ha catalizado movilizaciones en otros países y cuyos dardos han apuntado a la descomposición generalizada de la clase política, comienza a experimentarse entre nosotros.
Del lado del chavismo se vive una crisis terminal que finalizará con la pérdida de la hegemonía del control de las estructuras políticas del país. Tras 14 años de construir un régimen basado en el culto a la personalidad, la expansión de redes clientelares estatales basadas en la alta renta petrolera, una gobernabilidad basada en la expansión de un gigantesco aparataje de propaganda y un soporte populista ajeno a dinámicas realmente participativas,democráticas y revolucionarias; La ausencia del caudillo devela la profunda corrupción de su aparataje burocrático, inmerso en las pugnas intestinas por monopolizar “el legado del comandante”.
Destruido el aparato productivo local como consecuencia de la profundización de una economía extractiva, que vende recursos naturales para importar todo lo demás, continuando la economía de puertos y cumpliendo el papel que le imponen las Ventajas Competitivas, resiente la dolarización especulativa inoculada por el bolivarianismo, como real moneda de uso y cambio para el funcionamiento del supuesto “Socialismo del siglo XXI”.
La rapiña de la floreciente boliburguesía sólo ha sido superada por la élite de negocios indolente, que por haber hecho de intermediarios entre Caracas y el capitalismo global han hecho sumas multimillonarias a costa de la calidad de vida de las mayorías. Socializando la complicidad parasitaria, los bolivarianos han corrompido los conceptos que otrora significaban solidaridad y apoyo mutuo entre las personas, convirtiéndonos en colaboradores y parte de la corrupción extendida como una epidemia, donde los “raspa-cupos” y vividores de las miserias del régimen cambiario son el eslabón más débil de una cadena que tiene, del otro lado, sus peces gordos y ladrones de cuello blanquirojo.
La crisis económica cataliza la fragmentación del régimen de dominación del bolivarianismo. Este cuadro debe completarse con los partidos políticos de oposición que han quedado expuestos en sus contundentes fallas de estrategia a nivel político, primero aceptando moverse en una linea de acción definida por el propio gobierno, dándole una visión de legalidad y democracia completamente falsa e irrespetuosa para el ciudadano de a pié, que sabe, que conoce, que hace algunos pocos meses se robaron un proceso electoral en el cuál el aparataje gubernamental que promovía la fatídica candidatura de Nicolás Maduro fué derrotado, y que a pesar de estar conscientes del fraude electoral, nos invitaron no sólo a desistir de protestar y reclamar la victoria que nos pertenecía, sino que nos invitaron a volver a votar en las elecciones de alcaldes, pidiendonos confiar ciegamente en una institución anexa del PSUV, como lo es el mal llamado Consejo Nacional Electoral, conformado por miembros altamente parcializados y cuyos cargos han expirado y nadie al parecer recuerda.
Este colosal error, no solamente le regaló en bandeja de plata al gobierno fraudulento la legitimidad que necesitaba nacional e internacionalmente, además dió pie para alimentar el discurso oficial de que en las filas disidentes no se piensa en nada salvo el recambio burocrático, popularmente conocido como “quítate tú para ponerme yo”, para disfrutar así de una jugosa parte de la renta petrolera y continuar repartiendo la miseria.
Estamos entonces en presencia de una transición hacia otra cosa, provisionalmente manejada por alguien llamado Nicolás Maduro, una fase siguiente a la hegemonía Bolivariana que algunos llaman post-chavismo. La duración de esta crisis terminal, empero, está por verse y su sentido dependerá de la configuración de muchos factores sobre el campo minado de la crisis económica. Personalmente, mi opinión es que el escenario no es otro que la calle, luchar contra el poder en todas sus formas.
El escenario es retador y estimulante: Hacer peso en la implosión del Bolivarianismo, impedir la recomposición de las fuerzas políticas del pasado y denunciar cualquier atajo militar de un sector del chavismo contra el resto, articulando las luchas de manera horizontal, sin líderes providenciales ni vanguardias esclarecidas, errores que hemos aprendido amargamente de la experiencia del Bolivarianismo.
A este escenario político, y cumpliendo con la línea estratégica que a mi parecer, es la indicada para encarar al ya herido de muerte "Socialismo del siglo XXI", se le añade la figura del Movimiento estudiantil organizado, que ya cumple casi un mes de luchas continúas en la calle, aguantando las balas y agresiones de la cada vez más despreciable fuerza policial y militar, en un pasado, tan alabada y respetada por la ciudadanía, así como de los mal llamados "colectivos", que no son otra cosa que paramilitares al servicio del gobierno.
La lucha estudiantil que reclama la inmediata desaparición del actual sistema de gobierno, cuenta con un alarmante número de muertos, encarcelados, torturados y hasta violados militantes, todo esto ocurriendo ante los ojos del mundo, que observa con horror las escenas que parecen sacadas de algún viejo documental sobre las dictaduras Latinoamericanas del siglo pasado, recordando el doloroso episodio humano en la historia como lo fué el ascenso del fascismo Italiano y Alemán en los años 30, o La cacería de Brujas realizada Por el Stalinismo en la U.R.S.S.
La exigencia Estudiantil es sencilla, exigir la liberación inmediata de los presos políticos y de los estudiantes detenidos por protestar, así como la restitución del orden constitucional, acción que solamente puede lograrse con la inmediata renuncia de Nicolás Maduro y todo su tren Ministerial, sin aceptar falsas promesas ni ofertas de diálogos de paz sobre las lápidas y heridas de jóvenes inocentes, se trata de paz verdadera, paz con libertad, paz con justicia, no paz con sumisión, y mucho menos paz con resignación. Esa Paz nos suena a aquella "PAX ROMANA" que le ofrecía la Gran Roma Imperial a sus colonias o a la Paz patriótica de Dictadores sanguinarios de la historia Como la que nos ofreció Juan Vicente Gómez a los venezolanos a cambio de nuestras almas por más de 25 años y que marcó para siempre la historia Republicana de Venezuela.
A estas alturas, se trata de enfrentar nuestro pasado y nuestro presente, para poder obtener nuestro futuro, de recordar que el bipartidismo de la "IV República", fracasó como política de Estado y no debe volver. Pero mucho menos el Unipartidismo de la "V República" y sus prácticas Neo-Fascistas de las cuales Hitler estaría orgulloso. Se trata de forjar un nuevo futuro, empezar a construir la República desde cero, dejar atrás los viejos vicios, corrupción y conflictos de intereses, para abrazar el destino de nuestra tierra, la grandeza y el liderazgo, digno de sueños como el de nuestros Libertadores y por el cual entregaron sus vidas hace tantos años y por el cual la entregaron hace poco jóvenes como Bassil Da Costa, Genesis Carmona, Geraldine Moreno y muchos más, de la misma forma en que diariamente ofrecen las suyas cada estudiante que sale a la calle a enfrentar el belicismo, la represión y la tiranía, siendo héroes anónimos, que no salen en Tv, no dan ruedas de prensa, no manejan partidos, ni mucho menos compiten por la presidencia.
Ese futuro está con ellos y es nuestro deber acompañarlos en la lucha, de una forma u otra. abracemos nuestra juventud, no la dejemos morir y empecemos a cimentar las bases de una nueva Venezuela, una nueva patria, que luego de un doloroso y complicado embarazo nacional, se prepara para dar a luz a una nueva República en el lugar donde siempre ha debido nacer: ¡LA CALLE! ¡Dios Bendiga a nuestros Estudiantes Y a nuestra nación la Gran Venezuela!