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Superhéroes de los derechos humanos

En diciembre de 2013, cientos de miles de personas corrientes se transformaron en superhéroes de los derechos humanos. Entre todos, enviamos la increíble cifra de 2,3 millones de cartas, SMS, fax, firmas para peticiones y tuits defendiendo los derechos humanos de 12 personas y comunidades en situación de riesgo. Hace sólo cinco años, no llegamos a los 300.000. ¿Cómo lo hemos logrado? Cortando las invernales calles de Rusia con flashmobs y recogiendo firmas mientras corríamos maratones en Guinea. Cantando a pleno pulmón en conciertos en Brasil y haciéndonos oír en reuniones gubernamentales. Llevando a cabo actos publicitarios públicos en Israel y creando espectaculares proyecciones de luz en Estambul, París y Ámsterdam. Los activistas de la República Checa hicieron toda la campaña con un presupuesto de tan sólo 120 libras esterlinas, y con ellas realizaron 14.032 acciones. Amnistía Internacional Islandia recogió 51.465 firmas de una población total de poco más de 350.000 personas. Y Togo, Corea del Sur y Argelia –junto con muchas otras oficinas nacionales de Amnistía Internacional– inspiraron a más gente a unirse este año que nunca en nuestra historia. Desde que comenzó en 2001 como un maratón de 24 horas en Polonia, Escribe por los Derechos ha crecido hasta convertirse en el mayor acontecimiento mundial de derechos humanos. Uniendo nuestras energías Muchas de las personas que participaron viven en países sin oficina de Amnistía. Con una energía sin límites –y a menudo con presupuestos minúsculos–, invitaron a miles de personas a unirse a ellas y defender los derechos de gente a la que no conocían. Una de esas personas fue Grégoire Kauli Moket, abogado de la República Democrática del Congo cuyos actos para Escribe por los Derechos consiguieron reunir la impresionante cifra de 1.800 cartas y firmas. “Quería que otras personas de mi país participaran en Escribe por los Derechos para defender a personas en situación de riesgo mediante el poder de una carta, y para presionar a los gobiernos”, nos dijo. “Cuantos más seamos, mejor podremos defender los derechos humanos.” Grégoire organizó cinco debates en universidades e institutos de Lubumbashi, Katanga, en diciembre de 2013. “Pedimos a todo el mundo que enviara mensajes de solidaridad a personas en situación de riesgo en Nigeria, Etiopía, Túnez y los Territorios Palestinos Ocupados. El ambiente era amistoso”, dijo. “Aunque estaba lejos, me sentía cercano a las víctimas.” Para miles de personas, Escribe por los Derechos es una oportunidad de unirse a otros y defender algo en lo que creen. “Me siento feliz”, nos dijo Grégoire más tarde, “porque he tenido la oportunidad de pedir a otras personas que unamos nuestras energías en favor de gente a la que no conocemos. Es por eso por lo que ser parte de Amnistía Internacional significa tanto para mí”. Una celebración Las personas y comunidades incluidas en nuestra campaña son los auténticos superhéroes del evento de este año; ellas ocupan la primera línea de la lucha por los derechos humanos. Cuando nos llegó la feliz noticia de que dos personas incluidas en nuestra campaña habían sido excarceladas –la activista camboyana por el derecho a la vivienda Yorm Bopha, y el preso de conciencia ruso Vladimir Akimenkov– los simpatizantes de Amnistía en todo el mundo lo celebraron. Y, desde entonces, muchas personas en peligro de sufrir abusos contra los derechos humanos nos han dicho lo fundamentales que han sido para ellas nuestros mensajes. “Me sentí tan feliz”, nos dijo Yorm Bopha, encantada con todas las cartas y postales que había recibido. “Demostraba que otros camboyanos y yo no estábamos solos.” “Creo que las autoridades deben de haber sentido la presión”, dijo Miriam López, secuestrada al azar, violada y torturada por soldados en México. “Cuando vi las fotografías en mi página de Facebook y no podía creer que realmente llegaran de todo el mundo.” Hakan Yaman, a quien la policía arrancó un ojo en Turquía el pasado mes de junio, ha recibido hasta ahora más de 4.200 cartas y tarjetas de solidaridad. “Me han hecho muy feliz,” nos dijo. “Quiero dar las gracias a todas y cada una de las personas que han actuado y nos han apoyado. Las cartas de solidaridad me resultaron especialmente conmovedoras.” Ihar Tsikhanyuk, de Bielorrusia, que recibió una paliza a manos de la policía por ser gay, dijo: “Cuando se me agota la esperanza para luchar, leo una carta y la luz de la esperanza brilla de nuevo.” Unidos, hemos mostrado al mundo una vez más que la pluma y el teclado son más poderosos que la espada. El próximo diciembre volveremos a hacerlo. Mientras tanto, permanezcamos todos juntos, y sigamos defendiendo los derechos humanos.


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